Vivimos en una sociedad inestable y difusa, marcada por la fragilidad de los vínculos, la volatilidad de las instituciones y la disolución de principios que antaño ofrecían estabilidad. Esta crisis de solidez alcanza con especial intensidad al trabajo y al Derecho que lo regula, donde las categorías jurídicas se han vuelto excesivamente permeables a los cambios económicos y tecnológicos, hasta el punto de correr el riesgo de perder su sentido regulador. En este contexto, la formación jurídica, y en particular la formación doctoral, se ve también amenazada por esas mismas lógicas de fugacidad y pérdida de densidad que atraviesan la vida social. Cuando el pensamiento se subordina al rendimiento inmediato, cuando la urgencia desplaza a la reflexión o cuando los vínculos académicos, antes espacios de transmisión y comunidad, se diluyen bajo la lógica de la productividad cuantificable, la investigación se resiente y el conocimiento se vuelve episódico, instrumental y desestructurado.
En ese horizonte de
inestabilidad, los derechos fundamentales se afirman como el fundamento mismo
del Derecho del Trabajo, la fuente de su legitimidad y el criterio último que justifica
su existencia y su evolución. Constituyen el punto de anclaje frente a la
volatilidad de las formas productivas y la desmaterialización de los vínculos
laborales; la base sobre la que se sostiene la promesa de dignidad, libertad e
igualdad en un tiempo donde todo parece volverse transitorio y fungible. Esta
función adquiere hoy una relevancia aún mayor ante el avance de la inteligencia
artificial y los sistemas algorítmicos de gestión, que introducen nuevas formas
de control, evaluación y decisión, ampliando los márgenes del poder empresarial
más allá de lo perceptible. En un mundo sometido a la lógica de la
flexibilidad, la automatización y el cambio constante, los derechos fundamentales
actúan como límites frente al poder tecnológico y, sobre todo, como garantías
de humanidad, recordando que el trabajo no puede reducirse a una variable
económica ni a un flujo de datos sin poner en riesgo al ser humano, a la propia
humanidad y a sus formas de convivencia. Precisamente por ello, la formación
jurídica supone hoy, más que un mérito cuantificable, una tarea de supervivencia
y preservación: generar intérpretes capaces de reconstruir las instituciones y
categorías desde los valores que las legitiman y de proyectarlas hacia un
futuro en el que la innovación no se imponga a costa de las garantías que tanto
tiempo y esfuerzo costó construir.
La tesis doctoral de Sonia Morán
Roa, publicada recientemente por la editorial Laborum bajo el título La protección de los derechos fundamentales en la relación laboral: Garantía de indemnidad y contratación temporal, representa una investigación jurídica
profunda y comprometida con nuestro tiempo. Su objeto, el estudio del contrato
de trabajo y de las modalidades contractuales como elementos determinantes en
la efectividad de los derechos fundamentales, retoma el núcleo originario del
Derecho del Trabajo, la tensión entre libertad y subordinación, entre poder
económico y dignidad humana. Una materia de plena actualidad que revela hasta
qué punto un mal entendimiento del Derecho puede conducir a resultados
contrarios a su propia razón de ser, provocando incluso su inaplicación
práctica cuando las categorías jurídicas pierden contacto con la realidad que
deben proteger.
La autora parte de una premisa esencial: los trabajadores, en tanto ciudadanos, son titulares plenos de los derechos fundamentales reconocidos por la Constitución, pero la relación de trabajo introduce condicionantes que limitan su ejercicio efectivo. Esta constatación, que podría parecer evidente, adquiere un profundo sentido cuando se analiza a la luz de la precariedad y la temporalidad que han marcado las últimas décadas del mercado laboral español; un contexto en el que el tipo de contrato determina el alcance real de los derechos fundamentales en las organizaciones productivas.
La monografía desarrolla esta
hipótesis mediante un sólido recorrido conceptual, normativo y jurisprudencial.
La autora examina el proceso de constitucionalización de los derechos laborales,
explorando la forma en que el Estado social y democrático de Derecho ha
integrado en su estructura la protección de la persona trabajadora. A partir de
ahí, analiza las limitaciones derivadas de la subordinación y de la desigualdad
estructural que caracteriza la relación laboral, mostrando cómo la dependencia
económica y jurídica puede convertirse en un terreno propicio para la
restricción de los derechos fundamentales.
Una relevancia central adquiere
en su estudio la garantía de indemnidad, concebida como manifestación
específica del derecho fundamental a la tutela judicial efectiva. La autora
realiza un examen exhaustivo de su configuración doctrinal y jurisprudencial y
de las represalias, tanto las producidas durante la vigencia del contrato como
aquellas que culminan en la extinción de la relación laboral. El análisis de
los pronunciamientos del Tribunal Constitucional, del Tribunal Supremo y de los
Tribunales Superiores de Justicia permite reconstruir un mapa preciso de los
criterios con los que el ordenamiento afronta la defensa de la persona
trabajadora frente al poder disciplinario y extintivo del empleador.
Junto al estudio dogmático, la
obra ofrece una lectura crítica de las transformaciones del sistema de
contratación, destacando el impacto de la temporalidad en la erosión de las
garantías. La investigación muestra, con apoyo en datos empíricos y en el
examen de la normativa anterior y posterior a la reforma laboral de 2021, cómo
la generalización de la contratación temporal ha debilitado la efectividad de
los derechos fundamentales en el seno de las relaciones laborales y consolidado
un modelo de ciudadanía desigual en el trabajo. Evidencia, a través del
análisis de las distintas modalidades contractuales, indefinida, temporal y
fija discontinua, cómo el tipo de contrato condiciona la estabilidad, la
protección frente a la represalia y, en definitiva, la capacidad del trabajador
para ejercer sus derechos.
El resultado es una investigación
rigurosa, coherente y de profunda relevancia social, que devuelve al Derecho
del Trabajo su función originaria de garantía frente al poder. En un tiempo en
que la flexibilidad y la desregulación tienden a imponerse como paradigmas,
esta obra recuerda que la libertad en el trabajo solo es posible cuando los
derechos fundamentales conservan su eficacia plena. Constituye, por ello, una
investigación que combina solvencia, sensibilidad y compromiso con la justicia
social: una contribución valiosa al pensamiento jurídico y un testimonio de una
formación doctoral responsable con las circunstancias que nos han tocado vivir.
Un acto de afirmación en medio de
la incertidumbre.
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